sábado, 23 de junio de 2007

Ni putas ni sumisas

Es eslogan es la leche. Digamos lo que digamos. Nació de la mente de una luchadora francesa de origen argelino que estaba, y está -sigue viva y joven- hasta las narices de ser considerada una cosa u otra. No se tiene por qué elegir entre puta o sumisa -dice Fadela Amara- en el mundo del islam. Y yo añado: tampoco en el católico. Pues, por si no nos habíamos dado cuenta todavía, en la mente del latino, como en la del musulmán, en muchos casos siguen imperando esas dos imaginarias realidades que nos desplazan hacia un lado o hacia el otro de su abanico.

Este movimiento feminista, que por cierto agrupa a millares de hombres, ha sido una de las sorprendentes apuestas del nuevo gobierno de Sarckozy.

Me pregunto para qué puede una persona que llama racaille (chusma) a todas esas chavalas de las barriadas parisinas que agrupa Amara contar ahora con su apoyo. Seguramente será una estrategia de 'imagen'.

La política es el mal de la absorción. Todo lo quiere, hasta a las ni putas ni sumisas. Parece que no puede dejar cabos sueltos que puedan, en un momento dado, alzar la voz y gritarle cualquier verdad.