A diez minutos de Murcia

Durante la guerra de Bosnia, un político europeo o bien el presidente francés de turno -no lo recuerdo bien, si alguien lo sabe, que lo escriba por favor- acuñó la expresión "a diez minutos de París" para referirse a la barbaridad que estaba ocurriendo delante de nuestras narices; mientras los europeos, como es bastante habitual, nos quedábamos quietos, pensando, divagando, escribiendo informes. Murieron 10.000 bosnios a manos de sus hermanos, los serbios, por el único motivo de practicar otra religión. Esta semana ha caído el 'cerebro' de aquella masacre y afortunadamente para todos ya está en el tribunal de La Haya. Recuerdo esta expresión porque me viene a la cabeza al ver determinadas noticias como esta. Ocurren a diez minutos de nuestras casas. La policía ha encontrado, en Lorca, a dos ciudadanos ecuatorianos viviendo literalmente bajo un puente, entre kilos de basuras. Según los servicios sociales de la ciudad, no es el primer "asentamiento".

Hace un par de semanas estuve en la prisión de Sangonera (bueno, en sus alredadores, porque no nos dejaron entrar sin autorización, lógico) para grabar un programa. Para los que no se hayan acercado nunca, al entrar a la carretera que conduce a la cárcel hay un asentamiento -que es como le llaman los políticos- de personas que viven, por decirlo de algún modo, como pueden.

Un niño nos siguió con la bicicleta al ver la cámara y el micro. Él, que vive en esa escombrera -yo paso de llamarle asentamiento- vino asombrado por ver tanto cacharro televisivo. Yo, sin embargo, me quedé más muerta que él al ver sus pies, sus manos, ...sus ojos. Llevaba el calzado roto, heredado de alguien mucho mayor que él. Y esto pasa a diez minutos de Murcia. Pero hay más. Por desgracia, siempre hay más.

En esta imagen, a la espalda está la carcel, el niño merodea a nuestro alredador.