martes, 29 de julio de 2008

Ganan los cerveceros

Esta noticia aparecida en el diario 20 Minutos me lo explica todo. Sólo el 1% de los murcianos no toma cerveza en el aperitivo, según un estudio de Cerveceros de España. Ahora entiendo por qué en los bares de Murcia apenas hay alternativas.

Nos discriminan con una sangría que no es sangría (sino mezcla de fanta, vino de tetrabrik y varios kilos de azúcar), con poca variedad de refrescos y una carta de vinos carísimos. Esta minoría del 1% vivimos condenados a pedir cubatas (o agua).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Laura.

No te recomiendo que bebas cubatas, pues tienen una gran cantidad de alcohol destilado y otros aditivos químicos perjudiciales para la salud.
Sin embargo, tomar cantidades moderadas de cerveza es saludable.
La cerveza es tan antigua como el pan, tan pronto como se desarrolló la agricultura, comenzó su elaboración (10.000 a. C.).
Antiguamente (3500 años a. C.) los sumerios y otras civilizaciones avanzadas como los egipcios, ingerían una mezcla de agua y cebada (sin gas) como alimento energético para la construcción de pirámides y templos. Esta tradición ha llegado a Europa por los fenicios y los celtas, siendo los monjes trapenses, que la bebían como alimento de cuaresma, los que desarrollaron las técnicas cerveceras que han llegado hasta nuestros días.
Aquí en Murcia, afortunadamente, disponemos de locales especializados en ellas, como el bar "La Troya", donde se puede degustar todo tipo de cervezas de todo el mundo. Una cerveza muy recomendable para iniciados es la polaca "Żywiec", tipo pilsener, de baja graduación e infinitamente mejor que las típicas "rubias" españolas.

Laura Fernández Jara dijo...

Veo que eres un experto en Cervezas! a qué puede deberse, entonces, que a algunas personas -muy pocas, es verdad- no nos gusten en absoluto? Es todo un misterio...

Anónimo dijo...

No lo sé. Yo, en mi caso, bebo dos cervezas los fines de semana como degustación y para elevar el espíritu fraternal y cultural con mis amigos. Quizá, la razón, podría ser la falta de educación del gusto, o simplemente, la poca consonancia con el sabor.